jueves, 5 de junio de 2008

Comienzo de algo.

Amenazante silencio de una noche de junio, humo a tras luz de una lámpara inquieta, titila imágenes, el personaje se pregunta si es lo que ve de verdad o lo que sus ojos despues de un incesante estudio quieren ver, quizás alucina, quizás no, tampoco es que él se mueve o analiza el por qué.
Ya no hay que sentir, porque lo sentido en sí paso, era todo tan irreversible, no había forma de encontrarse en sí, no llevaba el eje, se agitaba, y pedía más, más luces, más fantasmas, no rememoraba, porque al hacerlo sabría que sería en vano, premeditar la escena que culmino en fraude y engaño era en vano, premeditar para él sin duda era inútil.
Sacude el cigarro, de una marca francesa, limpia del papel amarillento una pestaña, cenizas y la goma del lapiz que había utilizado con anterioridad. No se escuchaba nada, repetía el eco, de sus trazos, repetía el silencio de su estomago muerto de hambre, se consumía, porque no había nada en él, salvo unos cereales de la tarde y algo de líquido que había ingerido mientras preparaba sus apuntes. Era seguidor de historias, amante de los otros y no de él, de su vida, se llenaba de personajes para ocultar su equipaje, de años.
Se preguntaba cuando desarrollaría algo más que relatos, cuando simplemente sería historia y no espectador y fue así que sin saber entro en parte de algo, en parte de la luz, que al oscuro del cuarto lo consumió.

¿Cómo formar parte de una historia?

Atilio tenía el poder de hilar historias, su magia partía de ellas, desde pequeño consumía gran parte de su tiempo en bibliotecas, se sentía próximo a algo indescritiblemente obvio, no tenía gran habilidad para los deportes debido a una discapacidad visiblemente física en una de sus piernas, por eso es que se dedicaba de lleno a satisfacer su fantasía con los libros. Niño de pocos amigos, ya que no pasaba gran parte del tiempo en el parque, al ser hijo único se retraía más, no porque no desease jugar con ellos, sino por su personalidad serena, poco alegre y sabionda lo reprmía al punto de no sentir seguridad en sí.
A los pocos días de cumplir 8 años su abuelo, con el que llevaba una excelente relación fallece y es allí donde el rechazo hacia a la gente empieza a dar un paso fuerte. Su abuelo era quién lo había criado, ya que sus padres ambos se dedicaban al comercio y debían viajar constantemente, su abuelo también fue quién lo inició en el mundo fantástico de los libros, solían jugar a inventar personajes, historias, a recrear historias de guerras, a disfrazarse de ellos y aprenderse los textos, eso era lo que más le encantaba, su diversión de días, el volar, el intentar ser otro aunque sea por un instante, el nacer y morir de una forma diferente con tan solo un paso de página, y tál y como una página su vida empezaba a cambiar.


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